CEIP LOS ROSALES: HISTORIA DE NUESTRO CENTRO

 

Escribo estas palabras como el que escribe una carta a un familiar al que no ve hace tiempo, porque eso es para mí el CEIP LOS ROSALES, mi gran familia.

Rebusco en mi memoria hechos e imágenes que se remontan en el tiempo hasta 20 años atrás. 20 años…cómo ha pasado el tiempo…De una humilde servilleta de papel al mundo digital de las clases on-line.

Comienzo el 1 de septiembre de 2001, cuando 8 maestros y maestras nos vimos a las puertas del Colegio, entonces llamado Colegio Nuevo, sin poder entrar en él, habida cuenta de que las obras de construcción estaban muy recientes y el polvo y los restos de las mismas estaban siento retirados por los operarios y limpiadoras del Ayuntamiento. Así que, nos reunimos en el bar que había frente al cuartel de la Guardia Civil, detrás del almacén de aceitunas. Como secretario nombrado por el director, D. Avelino Alonso, tomé acta de la reunión, precisamente, en una servilleta del bar.

Sin mobiliario, sin teléfono y sin ordenador; todo apuntado en una libreta de cuadros. Así estuvimos hasta el día 10 del mismo mes, momento en el que el Sr Director recibe una llamada en su casa confirmando la presencia de la señora Consejera de Educación para inaugurar el curso escolar 2001-2002 en Andalucía. Estaría acompañada por la que ahora, en 2021, es vicepresidenta del gobierno, doña Carmen Calvo, y las autoridades del municipio.

Para nuestra sorpresa, cuando regresamos al colegio nos encontramos con que todo el centro estaba amueblado: aulas, despachos, biblioteca, gimnasio… Limpio y , en cada rincón, grandes macetas traídas expresamente para la ocasión.

La inauguración fue todo un éxito, y hasta el señor Alcalde, D. Antonio Martínez Flores, nos regaló un teléfono con fax, lo que suponía todo un lujo para el centro en aquella época.

Y así comenzó todo.

Bueno, así y con el trabajo de los 8 maestros y maestras, con la ilusión y el esfuerzo de las familias, y con la inagotable energía de la parte esencial de cualquier centro, nuestro querido alumnado.

Al año siguiente llegaron nuevos componentes para el profesorado y el Sr. Séneca, que me obligó a rellenar las 387 matrículas con sus fichas correspondientes en un ordenador que la Junta nos proporcionó a cambio de quitarnos una porción, cada año, de nuestra subvención. 

Cuánta ilusión y cuánto compromiso por parte de toda la comunidad educativa. Desde entonces hasta hoy, y con el esfuerzo de todas las partes implicadas, no hemos dejado de caminar y avanzar.

En estos años, he compartido mi espacio de trabajo con cientos de compañeros y compañeras, algunos ya en su etapa de jubilación, otros todavía en el centro y otros en distintos destinos. Me gustaría nombrarlos a todos y a todas, pero seguro que algún nombre se me olvidaría, y eso no me lo perdonaría.

Con su labor diaria y con su particular visión del alumnado, sin olvidar nunca que dentro de cada aprendiz hay una persona, un ciudadano o ciudadana emergente, este colegio es, además de un centro educativo, una familia. De cada persona que me encontré aprendí mucho y a todos y todas, sin excepción, les pido perdón por los errores que pudiera cometer en mis funciones, pues ojalá existiera la perfección para desarrollarla en un trabajo como éste, pero sabemos que tal concepción es inalcanzable.

Siento la necesidad de, en este recuerdo, detenerme en las figuras de D. Ángel Yanes y D. Luis Pascasio, grandes profesionales y mejores personas que, tristemente, ya no están entre nosotros.

 

Y entonces, llegó Miguel. Don Miguel Acal Ortega, y con él, el deseado conserje por parte de Avelino y por la mía propia, sabedores de sus habilidades y su amor al trabajo bien hecho.

Y llegó Nati y su enorme cariño para/con alumnado y profesorado. Dedicó 15 años de su vida profesional al trabajo con el alumnado de 3 añitos.

Gracias y mil veces gracias a los dos. 

 

Después llegó el proyecto TIC y cientos de cajas llenas de aparatos que hubo que montar en las distintas dependencias. Parecía como si el trabajo escolar se fuera a transformar en algo distinto. Con ellas, el trabajo en el aula se facilitó y enriqueció, pero, de la misma forma que en este ámbito se les dio un buen uso, en el plano de la administración de los centros el uso que se les dio contribuyó en gran manera a que el peso de la burocracia aumentara hasta límites insospechados.

Volviendo a la parte bonita de nuestra profesión, cómo no escribir sobre nuestra aula de Integración, su alumnado, sus monitoras y profesoras.  Un ejemplo de trabajo silencioso que revierte de forma definitiva en la integración y la tolerancia, que son valores inequívocos de nuestro centro.

Desarrollamos proyectos de solidaridad, cooperación, intercambio con otros centros y entidades que han aumentado la calidad y ensanchado la visión del CEIP LOS ROSALES año tras año hasta convertirlo en un referente de la sociedad educativa y social de Mairena del Aljarafe. Y en el centro de todo ello, siempre produciendo, padres, madres, tutores, tutoras y alumnado. Qué sería de todo esto sin ellos y ellas…

No voy a dejar de acordarme de un ámbito en el que somos referente en Mairena. Me refiero al Teatro de fin de curso, que comenzó mi querido Manuel Orta y que continúa regalándonos alegría, sorpresa y satisfacción año tras año de la mano de Juamni y Emma y todos y todas quienes estamos de forma directa con contacto activo con ello. Cuántas satisfacciones, cuántos aplausos, cuántas lágrimas de aquellos que vuelan al IES y de sus familias que abarrotan el teatro Villa de Mairena.

Cuánto crecimiento personal en el alumnado…y cuánto trabajo durante nueve meses.

Junto a todo ello, en mi memoria, para siempre, guardaré los recuerdos de mi participación en los proyectos desarrollados por mi querida amiga Emma en la asignatura de música. Gracias a ella, aprendí a amar la música en toda la extensión de la palabra.

Un día me propuso hacer algo que se llamaba Cantania, más tarde, Coralsón. Solo ella sabía dónde nos metíamos. Pero las satisfacciones personales que he tenido y sus resultados a nivel de alumnado y familias están ahí año tras año.  Lo hemos echado de menos esto dos años de pandemia. Del Proyecto Luna, de las actuaciones de navidad, de los desfiles de fin de curso en infantil, de los disfraces elaborados por las manos de madres y padres…

Ese es el sello de identidad del centro; la trascendencia del aprendizaje, el valor del esfuerzo, el trabajo en equipo, el crecimiento personal.

LA PERSONA dentro del/a alumno/a.

A las familias de todos estos años les agradezco su ayuda. El centro les agradece su ayuda y compromiso y, a nuestro querido alumnado, ejemplos diarios de esfuerzo, de compañerismo, de alegría y superación personal. Sin vosotros y vosotras toda esta historia sería un simple sueño.

Miro atrás y veo cómo ha cambiado todo, desde la servilleta de un bar a la digitalización.

Gracias compañeros y compañeras por todo lo recibido, gracias familias por vuestra colaboración. Gracias a mi familia de Los Rosales. Aquí me tenéis para lo que necesitéis.

Acabo con unas palabras que dije el día de mi jubilación. “Si volviera a ser niño le pediría mis padres que me matricularan en el colegio de Los Rosales”.

                                                                                      Javier García Reolid

CEIP Los Rosales